Alexis Valdés para Presidente

    Mi abuela murió hace años, pero cuando estaba en casa, se sentaba frente al televisor durante horas. Programa tras programa, seria, calladita. Cuando único se partía de la risa, con una carcajada fuerte, alta, llena de felicidad, era viendo a Bandurria. No podía, no se aguantaba. Se reía hasta atorarse. Con el paso del tiempo, para nosotros, la fiesta cambió de protagonista. Su nombre: Cristinito. Una noche, en un cumpleaños, nos cayó un apagón largo y, en medio de la oscuridad cerrada, sacamos un celular y nos sentamos en círculo a ver video tras video de Cristinito. Empezamos y no podíamos parar. En una de las pausas, mientras esperaba a que cargara el próximo video, miré a mi alrededor… todos estábamos unidos, cerquita. Y la única luz que nos abrazaba venía del móvil, de esa cara con peluca y gafas…

    Así anda Alexis, Bandurria, Cristinito, uniendo a los cubanos.

     Carlos Lechuga: Déjame decirte que mi novia quiere que te postules a Presidente de la República de Cuba. Es serio. ¿Qué harías si fueras Presidente?

    Alexis Valdés: Intentar unir a todos los cubanos. De todas las ideas. Todas las tendencias. Vivan donde vivan. Tratar de ilusionarles para intentar entre todos hacer un mejor país. Sin odios ni cacerías de brujas. Un país en el que todos puedan aportar lo mejor que tienen. Y donde a la vez todos puedan recibir una parte del beneficio económico, social y espiritual que se obtenga. Creo que tenemos que hacer como una vez hizo España. Una transición liderada por la ilusión y la esperanza, no por el odio. No sería fácil. Pero sería maravilloso.

    ¿Es cierto que no te dejan regresar a Cuba? Celia Cruz, tú, un montón de cubanos… Qué duro. ¿No?

    Es duro porque te quita la posibilidad de pasar por las calles de tus recuerdos. «Mi patria es mi infancia», decía el poeta. Pues de cierta manera te quitan parte de tu infancia.

    Es un absurdo que a alguien se le prohíba la entrada a su país por expresar lo que siente. Por ser honesto. Por ser de verdad. Eso debería ser premiado. Pero el mundo no es así.

    A veces los gobernantes prefieren que les mientan. Pero yo no puedo ya con esa hipocresía. No me siento a gusto conmigo si lo hago. Y a esta edad no me vale la pena. Si me quieren como soy, genial. Si no me quieren como soy, los que están mal son ellos. Porque a las personas hay que aceptarlas, no cambiarlas.

    Creo que lo más injusto al final es que priven al pueblo de sus artistas. Sabes lo que es que Celia Cruz murió sin volver a cantar en Cuba. Eso es el desastre cultural más grande de nuestra Historia. Porque donde quiere que suena Celia en el mundo la gente escucha el sonido de Cuba. Y digo Celia porque es el gran referente. La lista es larga. Y en esa lista hay mucho de lo mejor de Cuba. Pero yo siempre tengo fe. Espero que algún día regrese la sensatez a Cuba y entonces me pararé en un teatro a hacer reír a mi gente.

    ¿Conociste a Celia?

    Síííí. Trabajé con ella en un homenaje a Xavier Cugat en Barcelona. La mujer más amable del mundo. Parecía la maestra buena de una escuela. Qué clase, qué elegancia… Y detrás de ella al escenario no se podía subir nadie. Era una fuerza de otro planeta. Fuera del escenario era una señora mayor tranquilita. Subía y era un monstruo escénico.

    Acá te quiere mucha gente, la primera Libia, que fue la que nos puso en contacto. ¿Quién te queda aquí? ¿Qué es lo que más extrañas? ¿Qué es lo que más te gusta de La Habana?

    De La Habana extraño, por ejemplo, mis años de los cabarets. El Capri, sobre todo. Pero eso no volverá.

    Actuar con Elena Burke o Con Juana Bacallao o con MANOLO MELIÁN. Y lo pongo en grande porque se lo merece. Estuvo en el germen de toda mi carrera con una generosidad inmensa. Él y yo fuimos los reyes de la risa por al menos un par de años. La gente que venía al Capri moría de risa con Bandurria y Quiroga. Solo lo saben los que estuvieron. Y yo escribía y escribía nuevos sketches y nos reíamos mucho. Fue maravilloso. Qué pena que los teléfonos no grababan, coño. Pregúntale a Pablo FG, que se sabe los sketches de memoria, jajaja. Un día en España me los recitó. No queda nada. Incluso borraron las Aventuras. Pero en mi coco está todo. Como una película recién restaurada.

    Alexis Valdés como Bandurria / Foto: Facebook del actor
    Alexis Valdés como Bandurria / Foto: Facebook del actor

    Extraño los rodajes en el cine y la televisión cubanos. Tantos amigos, actores, y técnicos, y tantas risas. Y tanta bebedera. No sé cómo aguantábamos. Bueno. Éramos muy jóvenes. Era una fiesta aquello.

    Las giras por Cuba con mi padre. Actuando y bebiendo y actuando y bebiendo. Y novias por doquier. Otra fiesta. Éramos una troupe de cómicos. Como los de España.

    Me quedan allá algunos buenos amigos: Libia y Bebita y Bebita y Libia, para que no se pongan celosas. El Teto, que fue mi manager. Necesitaría un libro para contarte las historias. Algunos amigos de la universidad que a cada rato aparecen… Una tía que adoro. Algunos primos. Y me quedan las calles que me vieron pasar una y otra vez corriendo detrás de mis sueños. Eso es lo que más me gusta de La Habana, el encanto y la vida de esas calles de mis recuerdos. Pero no sé si las veré así el día que regrese. Porque voy a regresar. Amenazo… jaja.

    Te sigo y veo que a cada rato te reúnes con viejos amigos. No creo que seas de las personas que se separan de sus amigos o conocidos por cuestiones políticas. Tu manera de hablar de todo es tan respetuosa. No entiendo por qué las autoridades culturales cubanas te ponen el dedo.

    El humor a veces molesta. Creo que es falta de inteligencia. Falta de capacidad de reírse de sí mismos. Hay políticos que aceptan que es parte del juego de ser políticos y aceptan. Y los que son grandes de verdad un día se encuentran con el que les hizo la broma y se ríen juntos. El día que sea Presidente promulgaré una ley de tolerancia total al humor, y que se reconozca como un bien nacional, patrimonio cultural. Y el que censure a un humorista estará dañando la propiedad intelectual pública. ¿Qué te parece?

    Y en cuanto a lo que dices del respeto. Pues… Yo siempre he querido ser querido. Por eso nunca he hecho un humor agresivo: ni de burlarme de nadie ni de ofender a nadie. Pero el humor es un arte de equilibristas. Y a veces te caes del cable. Si a alguien en todos estos años ofendí, o le hice sentir mal, pues pido disculpas. No es mi arte joder la vida de nadie. Mi arte es dar felicidad. Y no dudes que lo intento hacer lo mejor que sé y puedo.

    ¿Qué recuerdos tienes de María Antonia? Qué maravilla Alina Rodríguez.

    Mi primera película. Y la primera de Alina también. Alina era una actriz más madura que yo. Había hecho mucho teatro. Pero aún no tenía el gran reconocimiento que tuvo. Creo que María Antonia para ella fue un momento importante. Una reafirmación de «aquí hay una gran actriz». Y ella quería que yo hiciera la película. Confiaba en mí como actor. Hasta hizo brujería por mí. Y esto es verdad. Y funcionó, jaja. Me encantó hacer una película. Y además una PELÍCULA. De otra época, con vestuario y decorados muy especiales. En ese submundo tan atractivo. Una experiencia inolvidable. Sergio [Giral] tenía algo de miedo con que fuera yo. Le gustó mi casting, pero él pensaba que yo era un cómico. Él no sabía que yo me volví cómico por el éxito de Bandurria. Pero yo siempre fui actor. Es lo que siempre he sido. Un actor que hace reír. Un actor que a veces hace llorar. Un actor que a veces escribe. Un actor que a veces dirige. Pero esencialmente un actor. Ah, por cierto, un crítico de cine de aquella época, hizo un paralelo entre Paul Newman en El Estigma del arroyo y mi trabajo en María Antonia (salvando las distancias, por supuesto). Aquello fue un halago inmenso. Y yo lo atesoraba. Después todos aquellos recortes de prensa se perdieron en mi casa de Cuba, la de mi abuela, que ya no es mi casa. Pero en mi mente todo está.

    ¿Y de El siglo de las luces?

    Un regalo. Un lujazo. Trabajar con Humberto Solas. Viajar a Rusia y Ucrania. Conocer a Jaqueline Arenal, a quien ya conocía un poco por De mi sueño a tu sueño, de [Eduardo] Moya. Pero ahí nos hicimos muy amigos, y novios, y después nos casamos. Fue un momento mágico de mi vida. Estaba en una nube.

    Crecí con Los pequeños fugitivos, y es una de esas aventuras o series que marcaron a varias generaciones de cubanos. Estaba tan bien hecha, sobre todo en comparación con la televisión que se hace actualmente en la isla. ¿Sigues en contacto con algunos de los otros actores o realizadores?

     El director era un genio, Raúl Pérez Sánchez. Era el monstruo de la TV. Hacía muchas de las grandes series y aventuras. Aprendí mucho con él. Y me dio la oportunidad que me cambió la vida. En sus últimos años lo pasó mal. Por un error lo acusaron de agente de la CIA. Una cosa sin sentido, por unos planos de un rodaje en Guantánamo. Era una locura, pero fue preso. Y ya nunca volvió a ser aquel tipo genial y luminoso. Para mí, un padre.

    Manolo Melián murió hace años. Un tipo genial. De las mejores personas que conocí en el medio. A Carlos Quintas lo he visto. Muy cariñoso. Gran amigo de mi padre. A uno de los niños, Osiel García, lo veo en las redes; se ha hecho director de cine en Canadá… A Jorge Luis Espinosa, «Suelta el Pollo», no le he visto. También un excelente actor.

    ¿Qué recuerdas de Sabadazo?

    Pasé por ahí de casualidad. Llegué desde España, donde vivía. Pasé por lo estudios. Y los muchachos me vieron y me dijeron tú tienes que estar aquí. Sobre todo, me lo decía Boncó, porque él decía que yo había sido su inspiración para la comedia. (Y lo sigue diciendo. También lo dice Carlos Gonzalvo, y yo más que orgulloso de todos a los que haya podido en algo inspirar). Y, nada, estuve ahí en un show de invitado, y después giramos por Cuba. La gira más loca, divertida y pasada de vuelta de la Historia. Hacíamos barbaridades. De una provincia tuve que huir por un tema de faldas, jaja. Esos chicos estaban locos y me puse a loquear con ellos. Eran unos tipos que se divertían mucho. Eran muy felices.

     ¿Y Bandurria dónde está?

    Bandurria está en Cristinito. Decantado, pulido y contemporanizado (¿Se puede decir eso? Es igual…, Cristinito ni preguntaría).

    Alexis Valdés como Cristinito / Foto: Facebook del actor
    Alexis Valdés como Cristinito / Foto: Facebook del actor

    ¿En qué año sales de Cuba? ¿1991 o 1992? ¿Tu primera escala fue en Madrid? ¿Cómo es esa llegada? ¿En qué empiezas a trabajar? ¿Cómo llegas a El club de la Comedia, a las series y las películas?

    Llegue en el 91. Y di vueltas por toda España. Fui guionista de TV en el País Vasco. Cómico en Andalucía. Actor de Teatro en Barcelona (soy el único actor extranjero fundador del Teatro Nacional de Catalunya). Hice mucho teatro. Grandes obras con grandes directores. Hice hasta Skakespeare. Un lujo. Y al final llegué a Madrid. Y ahí hice todo. Teatro, cine, televisión, doblaje de animados. La voz de la cebra de Madagascar es mía… todo. Fui un privilegiado en España. Podía escoger el trabajo. Y no siendo de allí, eso es demasiado.

    Tengo la sensación, por las veces que he estado en España, de que para los cubanos hay como un techo. Allá te tratan bien, te abren unas puertas, pero llega un punto en que no te dejan avanzar más. ¿Te sentiste así?

    No. Y sería un mal agradecido si lo dijera. Me aceptaron. Me valoraron. Me integré totalmente. Estuve en casi todo lo que sonaba en mi tiempo allá. Te repito: fui un privilegiado. Me quisieron y apreciaron como uno más de allí. De hecho, aún me llaman el «actor cubano-español», jajaja… Y allí aprendí a ser el ser humano que soy. Hay un gran nivel de civismo en España. Y mucha cultura teatral, y cinematográfica, y literatura y poesía… Es grande España. Siempre estoy pensando en volver. Y al final me quedo. Fíjate si siento que pertenezco, que la última vez que fui escribí…

     

    España dentro de mi

    Como yo dentro de España

    Lo que soy y lo que fui

    Mi rastro mi luz y mi hazaña.

     

    España es una distancia

    Que no cubre el corazón

    España es una visión

    Una fe con redundancia.

     

    De España, cuando te vas

    (Que lo crea quien se engaña)

    Tú sabes que volverás

    Pues nunca te vas de España.

     

    ¿Cómo fue trabajar con el maestro Luis García Berlanga en la película París-Tombuctú?

    Imagínate. Berlanga es un icono. Un sabio. Pero en el set era el tipo más sencillo y campechano del mundo. Nos decía: «A quien me dé una buena idea para esta escena le doy un dólar». Como imaginarás no me callé, jaja. (Lo del dólar venía de los años cincuenta. Su hermano tenía un hotel en Valencia y los americanos le daban propinas en dólares. Y el hermano le daba dólares sueltos, que él repartía entre los actores que daban ideas buenas). Un dólar en 1998 ya no era nada, pero simbólicamente era una fortuna que Berlanga te dejara aportar a su historia. Él creía que el guion era una guía. Que había que rehacerlo cada día. Y le gustaba rodar como los italianos, con bulla, con vida. Siempre decía que en el plató de Fellini se trabajaba a gritos.

    Trabajar con directores de cine de la talla de Humberto Solás, Berlanga y hasta con Santiago Segura, me imagino que te ayudó a la hora de dirigir. Es un lujo poder tener una carrera tan seria y a la vez poder hacer reír a todo el mundo.

    Es un lujo tener oportunidades, y osadía, y alguien que crea en ti. Y quien creyó en mí se llama Harold Sánchez, productor cubano que en esa etapa vivía en España. Le llevé el guion y me dijo: «Me encanta». Y yo dije: «Busquemos un director». Y él dijo: «Dirígela tú. Nadie la tiene en la cabeza como tú. Eso que cuentas ahí es tan personal que es mejor que la hagas tú».

    Y yo no había dirigido ni un corto. Había estudiado dos años de Dirección de Cine en el ISA [Instituto Superior de Arte]. (Creo que a la escuela ahora le llaman ahora FAMCA). Fui del primer grupo. Del grupo de [Ernesto] Fundora, de Rudy Mora y de Tomás Piard. Pero, claro, aprendes más rodando que en la escuela. Y la teoría que me faltaba la busqué en los libros. Leí mucho. Leía libros escritos por directores o de entrevista a directores. Como el de Laurent Tiraud. Y el de King Vidor. Y el de Truffaut con Hitchcock. Y me fui a un curso de guion con el gran Robert McKee. Y en esa semana de curso aprendí más que en años. Y después… a rodar y a superar los escollos. Ahí es donde de verdad se aprende. Y después en edición. Bueno, tú sabes.

    Un rey en La Habana es de las películas más vistas por los cubanos, en la isla y fuera. ¿Cómo te llegó la idea? ¿Desde siempre quisiste dirigir?

     Creo que te la respondí un poco en la pregunta anterior. Yo quise ser cineasta. Aún soy un forofo del cine. Ahora estoy con el de Corea del Sur. Una cada noche.

    Y escribí Un rey… porque yo sabía que con mi biotipo no era fácil que me dieran el protagonista de una película española. Y me dije: pues la escribo yo. Así fue. Y la escribí con mis recuerdos del cine de aventuras que me gustaba de niño. Fantomas, por ejemplo. Por eso los cambios de cara.

    Háblame de tu padre, Leonel Valdés. Trabajaste con él. Qué maravilla. ¿Cómo era Leonel? ¿Cómo era tu relación con él? ¿En qué momento sale de la isla?

    Mi padre era un genio. Era brillante. Pero no le importaba. Decía mi abuela: «Es un inteligente que quiere parecer bruto». Era un tipo popular sin aspiración a ser reconocido como intelectual. Pero sabía mucho.

    En los años noventa estaba desesperado con el Período Especial. Y yo temiendo que se volviera loco me lo llevé a España. Y fue tan feliz. Fue el rey donde quiera que llegó. En Barcelona. En Madrid. Tenía un carisma y una energía que arrasaban. Hasta me sustituyó en La tempestad de Skakespeare en el teatro en Barcelona. Creo que es la única vez en la historia del teatro español que un padre sustituye a un hijo. Yo me iba a hacer una película a Francia y lo propuse a él. Y coló, jajaja.

    Nos queremos mucho. Él siempre está conmigo espiritualmente. Y dirigirle fue un regalo para mí, porque era un actor de comedia fantástico, y porque lo que más amaba era actuar. Y con su hijo…Imagínate. La escena de él con José Téllez es de las que más me gusta de la película.

    ¿En qué momento vas a Miami? Acá te veía todo el mundo en Esta noche tu night y en El show de Alexis Valdés. ¿Qué recuerdos guardas? ¿Qué alegrías? ¿Qué tristezas?

     Vine a Miami por seis meses y aún estoy aquí. Será que me sentí en casa otra vez. Y la casa es la casa. Vine en 2005, después de estrenar Un rey… Pensé que había trabajado mucho y podía probar a jugar un poco otra historia. Me estaban proponiendo hacer un show. Y me lancé a la aventura contando con que después de los seis meses volvería a mi vida en España. Una vida que me encantaba. Y ya ves. Los programas tuvieron mucho éxito. Mucho más del que hubiera imaginado, y quizás hasta deseado, jaja… porque yo siempre pensé regresar a España. Pero Miami me reconectó con mi público de Cuba. Y sentí que era algo importante. Sentí que era mi misión en la vida. Hacer reír a mi gente. Pensé: España tiene sus grandes cómicos, yo soy de Cuba. No obstante, cada vez que regreso a España me tratan con mucho cariño. Incluso un taxista no me quiso cobrar. Me dijo: «No les cobro a los que me han hecho reír». Y quien estaba a mi lado me dijo: «Ves que no te olvidan”.

    Miami es una ciudad difícil para la cultura, y así y todo ahí está el éxito en teatro de Oficialmente gay. ¿Cómo haces para estar en tantas cosas y hacerlas bien?

    Le meto corazón y estudio. No olvides que soy ingeniero. Y antes de hacer un coco hago los planos para ver de verdad por dónde le entra el agua. Y a veces no es por donde decían. Soy un eterno estudiante y un trabajador obstinado. Creo que son mis grandes armas. Ah, y el humor. Con eso hemos llenado un teatro por seis años, que en Miami es histórico. Y, claro, con la colaboración de grandes actores, a los que tuve el placer de darles trabajo y reconocimiento. Grandes actores cubanos como Casín, Carlos Cruz, Mijail Mulkay, Yubran Luna, Claudia, etc.

    Cartel de Oficialmente Gay
    Cartel de Oficialmente Gay

    Pienso en la composición musical también, que te ha juntado a grandes nombres… ¿Eres un hombre creyente? ¿Eres hijo de Changó?

    Soy hijo de Oshún. Y sí, tengo mucha fe. Sin fanatismos.

     Y la música está en mis inicios. Empecé a actuar y a tocar guitarra y a escribir versos y canciones al mismo tiempo. Y como todo arte lo he ido perfeccionando con el oficio y el tiempo. Un día Jorge Luis Piloto (el gran compositor) me llamó y me dijo: «Oye, quién escribe todos esos jingles del show», y yo le dije que yo. Y me dijo: «Ven a mi casa que quiero escribir contigo». Y así escribimos «Así de grande», que después la grabó Andrés Cepeda. Y escribimos más. Y aprendí mucho. Y no paro de escribir canciones… Me ha grabado Santarrosa y Albita y Aymée y El Torito y Cimafunk y Lucrecia y muchos que me olvido ya.

    El número uno de todo, en todo y para todo es Cristinito. ¿Cómo se te ocurren esas tallas tan locas? ¿Tienes varios guionistas? ¿Las escribes tú? Tiene una sencillez visual y al mismo tiempo es de una genialidad tremenda. ¿Cada cuánto tiempo te sale?

    Cristinito es mi loco interno. Y llevo ya 33 años con él. Imagina si le conozco. Es como ese perro bien amaestrado al que le dices ataca y salta. Así es. No necesito pensar mucho para arrancar a escribir. Solo tomar papel y lápiz. Las cosas que grabo en casa las escribo siempre yo.

    Cuando es para la televisión y tengo que producir más cantidad entonces me apoyo en colaboradores. Ramón Fernández Larrea, Pible, Iván Camejo… Todos escritores de gran calibre. Ellos me envían sus textos y saben que yo cambiaré muchas cosas porque nadie como yo lo conoce. De esa simbiosis sale un sketch. A cuatro manos, a veces a seis. Y lo más increíble es que el público no podrá diferenciar cuál escribo yo solo y cuál no. Bueno, Claudia si lo detecta al momento.

    Todos esos buenos escritores le han aportado a Cristinito. Ah, y no olvidemos al maestro de todos, Alberto Luberta. Cuando llegué a Alegrías, Luberta era Dios. Pero me fue tomando confianza, y en los guiones me dejaba proponerle mis ideas de parodias o versos y, a veces, empezaba él una parodia y me ponía al final: «Termínala tú». Era genial Luberta, y que me dejara aportar siendo un joven actor e incipiente escritor, era un lujo. Me daba cierta libertad. Confiaba en mí. Hicimos programas que fueron tremendos.

    ¿Con tantas cosas que haces, y la familia, tus hijos, te queda tiempo para salir y tomar algo?

    Salgo poco. Porque salgo y me aburro. Solo a ver a un artista que me guste mucho. O a cenar bien. Eso sí. Pero a una discoteca o algo así, con ruido, cada vez menos. Ya soy un señor, jajaja… Pero para una buena conversación y una comida exquisita, cuenta conmigo. Soy muy sibarita con la comida. Eso lo aprendí en España. Me volví fino, brother, qué quieres, jajaja.

    ¿Qué lugares te gustan de Miami y de Madrid?

    De Miami… Hilston y Novikov (restaurantes, por supuesto). Los Cayos de la Florida son la paz y hay pescaíto fresco…Y de Madrid… El Mercado de San Miguel, eso es gloria divina. Y el de San Antón también… El Dantzari, un restaurante de amigos, donde regreso después de tres años y parece que fue ayer… Y si quiero estar en mi casa, uno que se llama Cuando salí de Cuba Ahí soy ciudadano ilustre… Y la plaza de los cubos para ver buen cine en versión original. Ah…Y el teatro. Mucho cine bueno y teatro bueno.

    ¿Cristinito podría mandarnos un saludo para los chamas de ahora de la isla?

    Sigan continuando almirándome, síganme siguiendo, porque mirando a los grandes uno se hace grande aunque sea de pequeña escultura. Mira el dedo chiquito, el que llaman alfeñique, ¿por qué sigue pegao? ¿Porque tiene un moquito en la uña? No. Porque anda con los grandes. Estudien que la falta de ignoracia es como la falta de comida. Bueno, creo que ahí exageré. Jamen primero y estudien después… Recuerden que, aunque dicen que el estógamo es el segundo celebro, sin el segundo lleno no funciona el primero. Cuídense la salud, que el coreanovirus está acabando. Y marcó varias veces en la cola del pollo. Lean, que ya no se lee. Hay que leel. Pero no bobería, perdona que te disculpe, a los grandes: Plastón Aristolete y Epículo…  Y si te pica, arráscate. Se los dejo de tarea pa la casa… ¿Y pa dónde va a ser si no pueden salir? Bai.

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    7 COMENTARIOS

    1. Si le hacemos caso a Alexis Valdés y vamos a una versión cubana de la Transición Española, ¿qué pasaría? ¿Qué pasó en España?
      -El Rey de España Juan Carlos (designado por el dictador fallecido en 1975) pone de presidente del gobierno a un ministro de Franco, Adolfo Suárez. Ambos impulsan una reforma política junto a otros políticos franquistas que habían trabajado con y para Franco.
      -Los ministros de Franco legalizan los partidos de oposición. Los partidos de oposición pierden las elecciones hasta que en 1982 el Partido Socialista Obrero Español gana una mayoría en el Congreso de Diputados. El Rey puesto por Franco sigue siendo Rey. Su hijo, Felipe VI, es el actual monarca español.
      -Se convocan elecciones. Ganan dos veces los franquistas con amplía mayoría, en 1977 y en 1979. Franco y su gente estaban en el poder desde 1939, tras el fin de la Guerra Civil Española. O sea, la gente de la dictadura siguió en el poder, pero con el voto de la gente.
      -Los ministros y funcionarios de Franco, con el apoyo del Rey puesto por Franco, hacen una Constitución a su medida, estableciendo una Monarquía Constitucional.
      -Los políticos franquistas o de antecdentes franquistas continuaron ocupando posiciones de poder. Manuel Fraga, un ministro de Franco, fue Presidente de la Junta de Galicia (gobierno regional) durante 15 años.

      Ahora, cambien franquismo por castrismo, pongan Díaz-Canel donde dice «Rey» o «Adolfo Suárez» y tendrán lo que pasaría en Cuba….bueno, lo que está pasando.

      • En el caso nuestro podría funcionar, solo que en Cuba hay una piedra, o mejor dicho, un seboruco, estorbando en el zapato. Los remanentes de la familia Castro y su casta de dinosaurios compuesta por generales y sus familias, que no tienen la menor intención de soltar el poder.

        Desde el primero hasta el último de ellos saben que eso nunca funcionó, especialmente ahora que la gente está mas informada gracias a Internet y no pueden tapar la verdad tan fácil como antes. Lo de ellos es un cóctel de antivirtudes como el despotismo, crueldad, arrogancia y otros. Y por qué no, instinto de supervivencia también luego de cometer todas las fechorías y delitos bajo el sol en aras de mantener el poder a cualquier costo, no saldrían indemnes cuando llegue la hora de responder por sus actos. No arriesgaran un solo segundo la posibilidad de perder sus bienes mal habidos, su estilo de vida burgués, o terminar en chirona el resto de sus días.

    2. Eres la alegría de muchas muchas personas, incluso cuando vas a criticar algo lo haces de una forma que aunque no piense en ese momento como tu, lo tome como un chiste mas. Creo que eres muy muy grande y te agradecemos mucho por no solo hacernos reir sino hacernos la vida mas feliz… ❤️❤️❤️❤️❤️

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