Recordando a Celia Cruz con Omer Pardillo: «Ella era Cuba fuera de Cuba»

    Omer Pardillo, quien fuera manager de Celia Cruz (1925-2003), saca tiempo en su ajetreada agenda para que hablemos de su trabajo y su vida al lado de la gran cantante cubana. Esta es una conversación sencilla, pero a la vez muy emocionante.

    Celia Cruz me ha acompañado como banda sonora a lo largo de mi vida. En La Habana; en mis viajes. Cuando he ido a Nueva York, he tratado de seguir su rastro: en cada esquina, en los grafitis.

    En cada guion que escribo, casi siempre cerca del tercer acto, siento que debe sonar la voz de Celia. Esta conversación es una manera de tenerla más cerca, y es un pequeño homenaje.

    CL: Omer Pardillo, sé que naciste en Cuba. ¿Cómo dejas la isla?

    OP: Soy oriundo de Vertientes, Camagüey. Salgo de la isla a la edad de diez años, acompañado por el Obispo de Camagüey, Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, para encontrarme con mis abuelos en Nueva York, a quienes no conocía porque se habían exiliado en los años sesenta.

    ¿Qué recuerdas de Cuba?

    Los recuerdos son muy lindos: una vida familiar. Católicos, aunque era una época en que ser católico estaba prohibido. Me acuerdo mucho de las vacaciones en Varadero, con mis primos, alrededor de la calle 18 y la Segunda Avenida. También recuerdo las visitas a la finca familiar Mampai, en Vertientes, y estar en contacto con la naturaleza. Una vida sana.

    ¿En qué trabajaban tus padres?

    Mi madre era asistente dental y mi padre nunca ejerció ninguna profesión específica. Era un playboy: solo fiestas y diversión.

    ¿Cuándo decides trabajar en la música?

    A los 16 años empecé a trabajar como interno en una compañía disquera en Nueva York. Y ahí supe que eso era lo que quería hacer por el resto de mi vida.

    ¿Cuándo conoces a Celia Cruz?

    La conozco a la edad de 14 años a través de una amiga de mi familia, María Hermida, muy amiga a su vez de Celia. Y desde que nos conocimos, como éramos Libra, enseguida compaginamos en muchos aspectos.

    En 1996 empiezas a ser el manager de Celia. ¿Cómo fue ese proceso?

    Resulta que yo ya conocía a todos los empresarios y todo el proceso de trabajo con ella, y ahí, cuando ella decide dejar a su manager por más de 25 años, Ralph Mercado, me pregunta si quiero manejarla. Yo le hablé a Celia de mi falta de experiencia, de mi juventud. Que podía cometer errores. Y ella, tan genuina, me respondió: «No te preocupes, Omer, que soy yo quien te está pidiendo porque sé de la forma en que trabajas, tan profesional; si algo sale mal yo entenderé». Pero afortunadamente fueron sus mejores años, de muchos éxitos.

    Te siento más como un amigo, un hijo, un familiar para Celia. ¿Cómo era la relación de ustedes?

    Celia, Pedro (Knight) y yo pasábamos más tiempo juntos que con nadie más. Nuestras giras eran de 11 meses, y en las vacaciones, que eran en enero, también viajábamos juntos. Así que te puedo decir que formamos una familia.

    ¿Cómo era Celia en la intimidad?

    Era todo lo contrario a la artista en el escenario. Una mujer muy tranquila, de un tono de voz bajo. Lo que más disfrutaba era justamente lo que no podía hacer: disfrutar de su casa.

    ¿Hablaba mucho de Cuba?

    Siempre tuvo a Cuba presente, porque ella era Cuba fuera de Cuba.

    ¿Profesaba alguna religión? ¿Ponía su vasito de agua para los espíritus?

    Católica, y como buena cubana, cuando se inspiraba, ponía su vasito de agua con una gardenia.

    ¿Qué no le gustaba?

    Que le pidieran un autógrafo dentro de una iglesia mientras estaba rezando. Pero amablemente le pedía a la persona que esperara afuera para dárselo.

    ¿Cómo era su relación con sus padres? ¿Con sus muertos?

    Con su madre, muy cercana; con su padre, tengo entendido que un poco distante. Los seres de luz de Celia de siempre.

    ¿A Celia le gustaba el mar? ¿Iba a la Ermita de La Caridad?

    Mucho, aunque solamente la vi bañarse en el mar dos veces. Sí, iba a la Ermita cuando venía a Miami. No dejaba de visitar el Santuario.

    ¿Cómo recordaba ese viaje que hizo a la Base Naval de Guantánamo?

    Fue algo muy emocionante para ella. Ahí están las imágenes de cuando llegó: besó hasta la tierra.

    ¿Entre amigos bailaba, se ponía a cantar?

    Celia no asistía a ninguna fiesta, a no ser que fuera necesario. Llevaba una vida muy tranquila en los pocos tiempos que tenía para su vida personal. Le encantaba invitar a sus amistades a cenar en algún restaurante de moda o que le gustase mucho en Nueva York.

    Celia Cruz en Nueva York / Foto: Internet
    Celia Cruz en Nueva York / Foto: Internet

    ¿Qué lugares le gustaban? 

    Celia adoraba Nueva York; era su ciudad favorita. Le encantaba irse de compras al barrio neoyorquino de Soho, y a su restaurante francés preferido, Baltazar, para almorzar. Miami solo la visitaba. Lo que más le gustaba era el sabor cubano allí, porque la ciudad en sí no le atraía mucho, Nunca vivió allí. Celia era totalmente de Nueva York. En Miami solía almorzar en Larios, un restaurante muy popular. Cuando tenía tiempo.

    ¿Qué le gustaba comer?

    Le encantaba la cocina francesa, le parecía muy sana, y, obviamente, la nuestra.

    ¿Fumaba? ¿Tomaba café? 

    No fumaba. Solo puros en alguna ocasión especial. Por ejemplo, cuando el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante publicó el libro Holly Smoke, en la fiesta de lanzamiento, se fumó un puro Cohíba.

    No tomaba mucho café, pero si mucho té. Ni que hubiese nacido en Inglaterra. Pedro le decía «La inglesa».

    ¿Celia manejaba? ¿Cocinaba?

    Nunca manejó, siempre tuvo chofer. Cocinaba muy poco, posiblemente una vez al año. Y su especialidad: arroz, frijoles, picadillo y tostones.

    ¿Cómo era Pedro Knight con Celia? 

    Simplemente te puedo decir que eran dos cuerpos, pero una sola alma. Se adoraban. Yo con Pedro me llevaba muy bien, era Libra también. Los tres libras.

    ¿Cómo se llevaba Celia con Tito Puente? ¿Y con Cachao?

    Tito Puente fue su hermano en el escenario y fuera del escenario. Hicieron maravillosos discos y giras juntos. Con Cachao también. Se conocían desde Cuba, y Celia lo admiraba mucho como bajista. De vez en cuando se encontraban en Miami para cenar y recordar viejos tiempos.

    ¿Escuchaba a algún artista de la isla?

    Claro. Escuchaba siempre a Elena Burke, y también, en sus últimos dos años de vida, escuchaba mucho un disco de Pablo Milanés que le regalaron los ejecutivos de Universal Music en México. Ella por cariño le decía Pablito. Cuando manejábamos decía: «Omer, pon el disco de Pablito». Ella adoraba su tono de voz y la forma de interpretar. También un disco tributo que le hizo la cantante Haila Mompié bajo la producción de Isaac Delgado. Le encantaba «Bemba Colorá» en ese disco. A Haila la conoció en un par de ocasiones, e Isaac Delgado la acompañó varias veces durante el tiempo que vivió en Madrid.

    ¿Cómo era la relación de Celia con Elena Burke, Omara Portuondo, Olga Guillot?

    Celia y Elena tuvieron una amistad de toda la vida, aunque marcada por la distancia. Siempre encontraban la forma de hablarse. Y en su casa la única cantante cubana que se escuchaba era Elena Burke.

    A Omara la unía una amistad desde inicios de su carrera, pero tras su salida nunca más la vio. Hasta que en 1996 se reencontraron en México.

    Y Olga Guillot siempre fue una de sus mejores amigas en la música porque compartieron muchos triunfos y tristezas en el exilio.

    ¿Cómo se sentía Celia cuando ganaba algún premio?

    Para ella todos los premios eran importantes, pero estaba muy contenta con sus Grammy. Tuvo Grammy Latinos y tres Grammy americanos. Y otro Grammy después que falleció. En total ocho Grammy.

     ¿Cómo era un día normal de trabajo tuyo y de Celia? 

    Nosotros nos veíamos a diario, porque siempre estábamos de gira. Si estábamos en la promoción de algún disco o concierto, pues le gustaba empezar a trabajar muy temprano. Tipo siete de la mañana, para poder terminar a las cuatro.

    ¿Cómo era Celia en el estudio?

    Extremadamente organizada y rápida.

    ¿Qué hacía para la voz? ¿Miel? ¿Agua tibia?

    Té caliente y miel, solamente.

    ¿Tenía alguna manía o superstición antes de salir al escenario?

    No le gustaba que le vieses el vestuario cuando caminaba del camerino al escenario, y entonces iba cubierta con una capa hasta que estaba en el escenario. Nunca le pregunté por qué.

    ¿Cómo fue el proceso de grabación de La negra tiene tumbao?

    Celia grababa muy rápido; ella hacia un disco en cuatro días. Era muy rápida en el estudio. Un día grabó un tema de navidad para un álbum de Sony en seis minutos. El productor le dijo que eso nunca le había pasado.

    ¿Cómo escogía a los músicos?

    Ella confiaba en el productor para que escogiese los músicos.

    ¿Tenía a su propia banda o invitaba gente?

    No tenía su propia banda. A través de los años la acompañaron bandas y artistas como Johnny Pacheco, Tito Puente, Pete El Conde Rodríguez, José Alberto El Canario, Oscar D´León, Alain Pérez, quien fue su director musical en España por alrededor de tres años.

    ¿Cómo escogía a los autores?

    Cuando le enviaban algún tema lo veía y, si le gustaba, lo ponía en una caja para cuando fuese a grabar presentárselo al productor.

    ¿Cuántos conciertos hicieron juntos?

    Imagínate que ella hacia alrededor de 150 conciertos por año. Yo recorrí todo el mundo con Celia, excepto China, Rusia, Bolivia y Cuba.

    ¿Cómo fue el concierto con Pavarotti? 

    Fue una experiencia inolvidable para ella, porque decía: «Imagínate, mi música tropical y cubana; haciendo La Guantanamera con Pavarotti, qué más puedo pedir…»

    ¿Celia sabía que en Cuba la seguían escuchando?

    Sí, siempre supo que, aunque estaba prohibida, su pueblo nunca la olvidó.

    Cuéntame qué es The Celia Cruz Foundation.

    La Fundación Celia Cruz es una organización sin fines de lucro cuyo compromiso principal es preservar y promover el legado de la fallecida cantante cubana y «Reina de la Salsa», Celia Cruz, así como ayudar a estudiantes en la educación musical.

    ¿En qué trabaja ahora Omer Pardillo?

    Sigo en el negocio de la música con diferentes proyectos y, durante los últimos dos años, en Celia El Musical y Celia Vive, dos shows que están de gira actualmente (cuando regresemos a la normalidad).

    Sé que eres un defensor del digno exilio. ¿Qué crees de la situación de Cuba?

    Celia le llamaba el «Digno Exilio», que simplemente somos todos aquellos exiliados que, sin país, hemos logrado un éxito a través de nuestro arduo trabajo. Para entender lo que es el exilio hay que vivirlo. Siempre admiraré a nuestros abuelos y padres que tuvieron una visión para que sus hijos crecieran en libertad, con un futuro próspero y digno.

    La isla desafortunadamente tiene un futuro muy incierto.

    ¿Cómo se refería Celia Cruz a la situación de Cuba? 

    Celia no hablaba de política a no ser que le preguntaran. Y entonces respondía su opinión sobre la dictadura. Ella muy jocosamente decía: «Yo no veo que a los políticos les pregunten de los artistas».

    En Regalo del alma ya estaba enferma. ¿Cómo se mantuvo positiva?

    Grabó el disco enferma, bajo un invierno muy fuerte, ya un poco más despacio que antes. Pero el disco la mantuvo positiva y quitaba de su mente los momentos difíciles. Lo grabó en los estudios de Frank Sinatra en Englewood, New Jersey. Muy cerca de su casa.

    Dicen que el homenaje de Telemundo, en 2003, fue su última aparición pública. 

    No. Su última aparición pública fue en un concierto en Nueva York, pero su última aparición de televisión sí fue el homenaje de Telemundo.

    ¿Ella era consciente de la gravedad de su enfermedad?

    Sí, pero tuvo una fuerza muy grande, y dignidad.

    ¿Cómo fueron los últimos días de Celia? ¿Se fue en paz?

    Yo no me separé de su lado nunca. Desde que le diagnosticaron la enfermedad nos veíamos a diario y había veces que hasta dormía en su casa. Aunque vivíamos muy cerca.

    ¿Cómo y dónde te enteras de la muerte de Celia?

    Yo estuve allí presente todo el tiempo. Fue un momento de mucha luz. Se fue en paz y estoy seguro de que nunca se imaginó el amor y la pasión que su público tenía por ella. Fue un velorio digno de una reina. Paralizó la ciudad más importante del mundo y cerró la Quinta Avenida para que el carruaje con su féretro diera su última despedida.

    Cuando Pedro quedó solo, después de tantos años, qué difícil…

    Claro. Pedro sin Celia no era nada.

    Funeral de Celia Cruz en la Quinta Avenida / Foto: latinamericanstudies.org
    Funeral de Celia Cruz en la Quinta Avenida / Foto: latinamericanstudies.org
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